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Hambre Emocional


CONTROL DE EMOCIONES

Hoy en día existe un gran problema con la alimentación, ya que las personas se enfocan en ella de una manera secundaria como si el tema no fuera de importancia, cuando hablamos de salud encontramos que las enfermedades van ganando varias batallas, ya que a nivel físico y psicológico se padecen consecuencias derivadas de las malas decisiones a la hora de comer.

Comer es un placer... justificación común de las personas, no voy a dejar de vivir, ni traumarme por no comer; (de antemano considerar que es un trauma cuidarte, medirte es una señal de alarma, porque entonces genera conflicto pensar en hacer cosas o limitar otras para tener un estado de salud adecuado en tu cuerpo). Entonces nos lleva a la pregunta clave ¿por qué comemos de forma inadecuada?, y uno de los motivos más relacionados es porque existe una relación estrecha con las emociones, a lo que le llamamos hambre emocional, pues se utiliza la comida como un analgésico de lo que sentimos, es decir se usa para canalizar emociones negativas y positivas de manera errónea.

Pongamos un ejemplo: una persona se siente emocionalmente vulnerable y pone el foco en algo externo, en este caso, la comida. Cuando tiene un conflicto laboral, familiar o de pareja, si siente frustración, no se le ocurre ir a correr o a nadar, se le ocurre ir a comprar un chocolate. El hambre emocional es aquella sensación que lleva a comer de forma injustificada. Sin hambre real, sin motivo o situación real. Se trata de un estado de "confusión interna", en el cual la persona une la comida a las emociones.

¿Qué lo desencadena?

El aburrimiento, soledad, estrés, ansiedad, tristeza, ira, depresión o baja autoestima, son algunas de las emociones y situaciones que llevan a una persona a comer de forma impulsiva sin mirar las consecuencias, o bien también se da cuando la persona encuentra confort o felicidad en el momento que come, por ejemplo asociar que cada que voy al cine necesito comer palomitas a pesar de que realmente este satisfecha, asociado a un momento agradable donde me convenzo que esa ingesta hará que la pase mejor.

Es verdad que se produce una calma momentánea pero el problema sigue ahí, y las consecuencias tanto físicas como psicológicas son mayores. A medio y largo plazo, al dejarnos llevar por el hambre emocional se produce un aumento de sentimientos negativos, y se recurre a la comida como consuelo y esto a su vez provoca que entremos a un círculo vicioso, las consecuencias físicas son el sobrepeso y obesidad que a su vez también desencadenan más enfermedades.

¿Cómo identificarla y qué hacer al respecto?

Para identificarla es importante hacer consciente qué es lo que siento y quiero.

Si descubro que me cuesta trabajo tanto identificar, o manejar mi relación con la comida es importante buscar apoyo profesional, tanto de un nutriólogo como psicólogo que puedan orientarme y ajustar un tratamiento adecuado a mi estilo de vida donde refuerce mis debilidades y corrija mis pensamientos negativos para afrontar las debilidades que me genera la comida.

PSIC. BELEM CANO BARRERA

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