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¿Alternativas al modelo biomédico en el equilibrio mental?

Bienvenidos a un nuevo artículo de transpersonal, en el exploraremos acerca de cómo se entiende el tratamiento, la problemática y la queja de los consultantes desde un modelo biomédico, además de algunas alternativas que pueden tenerse o integrarse en dicha perspectiva.

En ocasiones, los consultantes acuden a una sesión terapéutica porque perciben que en sus vidas hay algo que no está del todo bien, o que lo que experimentan no es lo que a ellos les gustaría, entonces se empiezan a cuestionar acerca de porque tienen determinado tipo de sensaciones, emociones, o porque no logran sentirse cómodos en sus relaciones personales, de trabajo o familiares. Después el consultante, puede empezar a desarrollar algunos malestares como: dificultad para dormir bien, falta de concentración, estresarse con facilidad, estar irritable o ya no disfrutar sus actividades. Así su pareja y amigos están preocupados por él y le sugieren que busque ayuda.


Ante las recomendaciones y distintos malestares, nuestro consultante decide acudir a su médico, tras evaluarlo y comprobar que no tiene ninguna enfermedad localizable en la sangre o el cuerpo, decide derivarlo a psiquiatría. El psiquiatra lo entrevista y comprueba sus respuestas en un manual de diagnóstico, por lo que al consultante se le informa que posee un trastorno mental, posterior a ello se le receta un medicamento para dicho trastorno. Al principio existe una leve mejora en sus malestares, pero conforme pasa el tiempo, a pesar de la medicación, sus problemas persisten, por lo que el paciente comienza a preguntarse qué es lo que está sucediendo y acude de nuevo a los servicios de salud.


Cuando pregunta e indaga más acerca de lo que sucede con él, recibe la información que su cerebro no está funcionando correctamente. manifiesta una alteración de algunas sustancias químicas de ciertas áreas del cerebro, sin embargo, se le dice que, tomando la medicación apropiada, el problema se solucionará. Ante ello el consultante espere reaccionar al tratamiento, toma su medicación por meses y después decide suspenderlo, incluso llegando a tener reacciones secundarias.


La explicación que recibe el consultante es que la causa determinante de lo que padece es biológica (modelo biomédico), provocada por alguna patología a nivel cerebral, y aunque su problema radique en lo psicológico, es decir en lo piensa, siente, y en cómo reacciona ante las situaciones, parece que un medicamente será la solución a todo ello. Este tipo de tratamiento y explicación es el más común en nuestro sistema de Salud.

 

Es bajo este modelo biomédico que el bienestar psicológico o la “salud mental” ha sido adscrito tradicionalmente, algunas de las características de dicho modelo pueden ser:

-       Concederle mayor importancia a la generación de un cuadro clínico reconocible y catalogable, que a la experiencia del consultante o “paciente”, se toma más en cuenta lo que se observa y puede evaluarse a partir de distintas pruebas psicométricas, que lo que la persona está narrando, así todo lo que la persona está expresando se está reinterpretando en alguna clasificación clínica,  por lo que el clínico es el experto y tiene la correcta observación de lo que sucede, no es la persona con sus significados, si esta expresa: “tengo mucha tristeza por años” será un síntoma de depresión, si expresa que “le cuesta respirar y se exalta demasiado” será  ansiedad, y así sucesivamente se va categorizando.  

-       Utilización de técnicas, terapias psicológicas y tecnologías que inciden en lo orgánico, algunos ejemplos pueden ser: estudios genéticos, pruebas de nuero imagen y estudios de la bioquímica cerebral. De base en estos procedimientos se busca la modificación del cuerpo del consultante, si este no llega a adaptarse al tratamiento, se varía lo dosis o medicación, pero el principio de fondo permanece.

-       Abordar solo los síntomas sin trabajar el fondo de la problemática en sí, muchos tratamientos solo se centran en disminuir los síntomas y el dolor y no en explorar el contexto por el que puedan estar surgiendo.

-        La presuposición de que todas las “enfermedades mentales” pueden tener una causa biológica concreta, así la “enfermedad” es entendida como una desviación del funcionamiento biológico normal, asumiendo que los signos y síntomas son los mismos en diferentes periodos históricos y contextos culturales. Algo a resaltar es que este criterio de normalidad está basado en modelos estadísticos que comparten ciertas poblaciones, además los ejemplos de cerebros sanos y personas funcionales y adaptadas son hipotéticos, ya que no existe la suficiente evidencia para demostrar que dichas afirmaciones son universalmente válidas.  

-        A partir de la década de 1980, se establece la clasificación de los rasgos biográficos a partir de principalmente dos manuales (DSM y CIE). En el Caso del DSM pretendió darle un mayor sustento al trabajo clínico psiquiátrico, sin embargo, mucho de ello termino en una campaña comercial de la farmacéutica, un caso de este éxito lo podemos observar en la historia del PROZAC.

-       Prescripción de psicofármacos para la solución de los problemas, ignorando o “in-visibilizando” aspectos sociales, culturales y colectivos de la vida del consultante.

-       Tratamiento centrado en los aspectos “negativos”, como en la patología, disfuncionalidad, déficit o malestar, menospreciando o pasando a segundo término aspectos como la educación, filosofía, recursos, aprendizajes, estatus socioeconómico u origen étnico. Esto puede caer en prácticas segregacionistas a partir del diagnóstico.

Algo que es importante señalar, es que no se niega la influencia de los factores biológicos, y también que existen casos donde la medicación puede ser un buen complemento, también debe reconocerse que los manuales otorgan claridad y estructura a las problemáticas, sin embargo, la complejidad humana, con sus variantes heterogenias, significados y potencialidades son mucho más que un diagnostico, además de que es necesario el reconocimiento de factores colectivos que afectan la estabilidad y equilibrio psicológico, algo que pudiera parecer evidente como la estabilidad económica o la profesión o actividad laboral que desempeña el consultante, no se es contemplado en la elaboración del diagnóstico.


Todo esto ha dado como resultado que, a pesar de llevar tratamientos, muchas personas siguen sintiéndose con malestar psicológico, es importante empezar a cuestionar algunas prácticas, por ejemplo, la excesiva medicación, es claro que una persona no tendrá episodios psicóticos o estar deprimido si se encuentra somnolienta, ya que se encuentra en un estado casi inconsciente, de igual manera se tendría que informar al consultante sobre lo agresivo que puede ser para su cerebro el tratamiento y los efectos secundarios que puede llegar a tener a los distintos aspectos de su vida.



Finalmente, no todas las terapias psicológicas se adscriben al modelo biomédico, los modelos psicosociales-existenciales pueden ser una alternativa, sin embargo, muchas veces se quiere medir a las terapias con la efectividad de los medicamentos, una política las rige, a pesar de ello se han generado alternativas en los enfoques humanistas, fenomenológicos, sistémicos, posmodernos, entre otros. Aunque como toda terapia, estas perspectivas tienen cosas a perfeccionar, al menos en el caso sistémico y narrativo, la subjetividad de la persona, su experiencia de sufrimiento, el sentido biográfico y contexto familiar y social son tomados en cuenta para la comprensión de la problemática. Todo ello se establece desde una escucha atenta, empática, y muchas veces la interpretación de los síntomas no es lo central en ellas. Esto en general ayuda a que las personas se muestran empoderadas, tienen una mejor gestión de su dolor y aprenden a reconocer sus capacidades para afrontar sus problemáticas y  posicionando su vida de una manera en la que se sientas más capaces.

 



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