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El misterio del miedo a la oscuridad: más allá de los traumas y condicionamientos

El miedo a la oscuridad ha sido, durante mucho tiempo, explicado mediante conceptos psicológicos como traumas o aprendizajes ligados a condicionamientos complicados. Sin embargo, un reciente estudio ofrece una perspectiva novedosa y más sencilla sobre este temor. ¿Qué pasaría si el miedo a la oscuridad tuviera una explicación que revelara aspectos más profundos de nuestra evolución y supervivencia?

Un estudio publicado en PLoS ONE en junio de 2021, liderado por científicos de la Universidad de Monash en Australia, se dedicó a explorar este fenómeno. En el estudio 23 personas fueron expuestas a periodos de luz y de oscuridad de 30 segundos mientas revisados por el escáner cerebral para encontrar la variación en la actividad en sus cerebros.


Los resultados fueron fascinantes: la amígdala, región del cerebro asociada al miedo, mostró un aumento significativo de actividad durante la oscuridad. Al encender la luz, su activación disminuía drásticamente. En condiciones de luz tenue, la amígdala mantenía niveles intermedios de actividad. A partir de esto podemos decir que la oscuridad activa mecanismos de alerta en el cerebro ante posibles amenazas.


Desde una perspectiva evolutiva, estos mecanismos pueden ser clave para nuestra supervivencia. En la oscuridad, somos más vulnerables; nuestra visión pierde agudeza, y el cerebro compensa esto aumentando el estado de alerta. Este instinto de supervivencia es fundamental, ya que nos prepara para reaccionar rápidamente frente a cualquier peligro percibido.


Sin embargo, cuando el miedo a la oscuridad persiste sin un riesgo real, podría estar relacionado con un problema diferente, como una fobia específica o ansiedad descontrolada. En estos casos, es esencial comprender cómo abordar este temor, especialmente cuando se manifiesta en los más pequeños y buscar ayuda profesional.



Cómo ayudar a los niños a superar el miedo a la oscuridad

·        Practicar técnicas de respiración y calma: Enseñarles a controlar su respiración les ayudará a manejar mejor la ansiedad.

·        Usar herramientas como una lámpara: Tener a mano una fuente de luz les dará mayor control sobre su entorno oscuro.

·        Fomentar la observación: Ayudarles a analizar su entorno, identificando ruidos y sombras, y explicándoles qué los provoca.

·        Investigar juntos: Acompañar a los niños en la exploración de su entorno para garantizarles que no hay peligro real.

·        Solicitar ayuda si es necesario: En situaciones dudosas, no está de más que recurran a un adulto para asegurarse de que todo está bajo control.

En definitiva, el miedo a la oscuridad combina un instinto de supervivencia que ha sido esencial para nuestra evolución, con aspectos emocionales que requieren atención y comprensión. Investigar su origen nos ayuda a entender mejor cómo nuestras mentes enfrentan lo desconocido y cómo podemos brindar apoyo a quienes lo necesitan.



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Recuerda que trabaja con consultas en línea a cualquier país de habla hispana.

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