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¿Qué hago para que mi hijo obedezca?


Para que los niños obedezcan primero debes olvidarte de los gritos y regaños. Lo mejor para lograrlo es establecer reglas claras y precisas. ¡Toma nota!

A partir de los cuatro años los niños ya tienen la suficiente capacidad para darse cuenta de si se están comportando bien o mal. Ante tal situación, es importante que los padres comiencen a establecer reglas para que los niños las adopten como hábitos que deben seguir día con día.

La obediencia

Para que exista obediencia se debe tener disciplina. Los niños nacen sin conocer las normas y necesitan de sus padres para que se las vayan enseñando durante sus primeros años de vida. Estás guiarán su comportamiento en la vida.

Si bien es cierto que los métodos de antaño para disciplinar a los niños se fundamentaban en castigos físicos, regaños y gritos, hoy sabemos que para que sean obedientes no se requiere de severidad, sino de amor y comprensión.

Para que sepas cómo aplicar la disciplina en tu hijos, checa estas recomendaciones:

1. Háblale en positivo. En vez de gritarle “¡baja del sillón!”, dile con voz serena pero firme, “tienes que bajarte del sofá y lo sabes perfectamente”.

2. Facilítale las tareas de la casa. Puedes separarlas para que no se agobie, dile: “recoge primero los muñecos y después los coches. O puedes convertirlas en un juego: “a ver quién se pone primero la pijama”.

3. Deja en claro qué esperas de él. No le digas “sé buen niño”, porque no sabrá de qué hablas. Para él es más claro que seas más específica: “siempre pide las cosas por favor y da la gracias”.

4. Explícale las normas. En lugar de pedirle algo, explícale por qué debe hacerlo. A nadie le gusta que lo manden sin más. Esto fomenta la rebeldía.

5. Critica su mal comportamiento, no a él. Dile: “pegar está mal”, evita las frases como “eres malo”, “eres tonto, ya que este tipo de afirmaciones dañan su autoestima. Así le enseñas y evitas que se sienta mal con su persona. Recuerda que las etiquetas (tonto, malo, etc.) hacen que los niños crezcan conforme a ellas. El niño que siempre oye que es un desobediente, termina comportándose como esa imagen que los demás tienen de él.

6. No lo amenaces. “Si no vienes enseguida, no volverás a usar tus juguetes”. En este tipo de sistemas se corren dos riesgos: que no cumplas con lo que dices y que tu hijo te obedezca por miedo, no porque se dé cuenta que su comportamiento es inapropiado.

7. Refuerza sus conductas positivas. Si tu hijo siempre te pide las cosas a gritos, no la atiendas. Hazlo sólo cuando lo haga con un tono de voz normal. Cuando lo haga, felicítalo por sus buenos modales.

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