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Cómo romper el adultocentrismo y conectar con tus pequeños

¿Te han dicho que tu hijo es “indomable”? ¿Sientes que a veces la comunicación en casa es como hablar en idiomas distintos? Respira profundo, mamá, porque no se trata de que tu hija o hijo sea rebelde por naturaleza, sino de que, a veces, simplemente no los escuchamos… ¡De verdad!

Adultocentrismo: un invitado incómodo en la crianza

¿Habías escuchado esa palabra tan rimbombante? El adultocentrismo es cuando, sin darnos cuenta, las personas adultas queremos que todo se haga “a nuestra manera” solo porque… bueno, somos adultas. Esto pasa en casa, en la escuela, ¡y hasta en las películas! Así, nuestras hijas e hijos crecen sintiendo que sus ideas no valen tanto como las de la gente grande, y eso duele y pesa.


Y aquí va un dato curioso: la palabra “infancia” viene del latín y significa “la que no habla”. Desde ahí, pareciera que el mundo nos dice que los peques solo están para escuchar y obedecer, pero… ¡error! Ellos también tienen mucho que decir.

¿Cómo se cuela el adultocentrismo en casa?


Tal vez te suenan algunas de estas frases:

· “Cuando seas grande entenderás”.

·  “Aquí mando yo”.

·   “Eso no es tan importante”.



¿Te identificaste? No te preocupes, todas caemos alguna vez. El problema de fondo es que estas ideas crean relaciones donde solo una parte manda y la otra obedece, y eso puede generar rebeldía, frustración, o simplemente, que ya no quieran contarnos nada.


Algunas prácticas muy comunes (pero no por eso buenas) incluyen:

· Olvidar que las niñas, niños y adolescentes tienen los mismos derechos que cualquier persona.

· Minimizar sus ideas o hacerles sentir que no importan, “Son cosas de niños o .

· Descalificar sus emociones o necesidades.

· No escucharlos realmente, ni darles oportunidad de expresarse.

· Justificar la violencia (“es por su bien”) y con violencia nos referimos a la violencia emocional, patrimonial y negligencia, así como física.

· Condicionar sus derechos a que cumplan ciertas obligaciones, no tener claro la diferencia entre lo que son privilegios y derechos.

¿Por qué se vuelven “rebeldes”?

Te cuento: cuando no les escuchamos, cuando imponemos sin dialogar o cuando no les dejamos participar en decisiones que les afectan, ellas y ellos pueden responder de dos formas: pasivamente (resistiendo, sin ganas, apáticos) o activamente (desafiando, rompiendo reglas, buscando llamar la atención). Y, sinceramente, ¿quién no reclamaría su espacio si siente que no le toman en cuenta?

¿Y cómo cambiamos este chip?

¡Aquí va la buena noticia, mamá! Se puede romper con el adultocentrismo y crear relaciones más sanas y alegres. ¿Cómo? Algunas ideas para poner en práctica desde hoy mismo:

· Escucha activa: Hazle saber a tu hija o hijo que te importa lo que siente y piensa. No solo oigas, ¡escucha de verdad!

· Dale voz y voto: Inclúyele en las decisiones de familia, así sea en cosas pequeñas como elegir qué cenar o grandes como planear las vacaciones.

· Valida sus emociones: Frases como “entiendo que te enojaste” o “veo que esto te pone triste” hacen maravillas.

· Abre el diálogo: No temas a los desacuerdos, busca soluciones juntas y juntos. Verás que hay más creatividad en casa de la que imaginabas.

· Rompe el círculo: Si alguna vez sientes que te sale una frase “adultocéntrica”, ¡detente y cambia el tono! Nadie nació sabiendo.

Para cerrar con broche de oro

Ser mamá implica un montón de retos, pero también la oportunidad de ser la primera aliada en la vida de tus hijos. Escucharles de corazón, darles espacio para ser y opinar, y construir juntos una relación basada en el respeto y el cariño, no solo hará que haya menos rebeldía: ¡hará que tu casa sea un lugar más feliz y lleno de confianza!


Así que, la próxima vez que sientas que tu hija o hijo está “indomable”, pregúntate: ¿le estoy escuchando de verdad? A lo mejor, ahí está la clave para transformar todo.



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Recuerda que trabaja con consultas en línea a cualquier país de habla hispana.

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