Que los hijos se independicen ya sea porque se casan, se van a vivir a otra ciudad o país o porque deciden vivir solos forma parte de un ciclo vital normal dentro del sistema familiar. Sin embargo, cuando este momento genera sentimientos negativos intensos aparece lo que se conoce como el “Síndrome del Nido Vacío”.
Puede darse en ambos progenitores aunque, según los estudios, es más frecuente en las mujeres. Este síndrome del nido vacío se ha vuelto más importante en los tiempos modernos a medida que las familias extendidas son menos comunes que en las generaciones pasadas y las personas de la tercera edad empiezan a vivir solos.
Como esta salida hoy en día es más tardía, la independencia suele coincidir con otros cambios en la vida de los padres. Entre ellos están la jubilación, los cambios hormonales de la menopausia, las enfermedades o muertes de los abuelos. En definitiva, es una etapa de la vida familiar y personal enfocada a superar separaciones afectivas.
Los síntomas son similares a los observados en cualquier proceso de separación o pérdida afectiva. Las personas tienen sentimientos de tristeza, soledad y vacío interior, y también pueden calificarlo de aburrimiento o sensación de no tener nada que hacer. Se reviven los recuerdos del pasado con añoranza, creyendo que nunca van a volver a ser tan felices. El llanto irrumpe más frecuentemente y se tienen problemas para conciliar o mantener el sueño.
Sentirse así forma parte de un cambio o crisis, siempre y cuando se adopten medidas encaminadas a superar estas emociones. si no se afronta el cambio, puede derivar en síntomas más intensos, como cuadros depresivos o de ansiedad.
La crisis del nido vacío también afecta a la pareja, pues después de 20 o 30 años dedicados a ser padres, con la salida de los hijos tienen que volver a ser pareja. Si estas dos funciones han estado equilibradas a lo largo del ciclo familiar, los cambios de esta etapa se harán paulatinamente hasta conseguir una buena adaptación. Los cambios se deben orientar a la búsqueda de nuevas metas para esta relación. hay que liberarse del miedo a estar solos, siendo una etapa de reencuentro con la pareja y con nosotros mismos. Hay más tiempo libre para nuestros deseos y metas. Conviene fomentar el diálogo, tolerar las diferencias, iniciar actividades conjuntas y utilizar la creatividad para los nuevos desafíos de la vida
Si ser padres ha predominado, o incluso ha sido el único motivo para permanecer juntos, emergerán problemas de relación anteriormente ocultos por la dedicación al cuidado de los hijos y/o porque los descendientes hacían de mediadores de los problemas. En estos casos, puede aparecer insatisfacción, distanciamiento, incomprensión, discusiones frecuentes, poca unión frente a los cambios y falta de proyectos de futuro conjuntos.
En familias donde solo existe un padre y han dedicado prácticamente toda su vida a trabajar y a cuidar a sus hijos. les ha quedado poco tiempo para sus deseos o realizaciones. Como es de esperar la independencia de sus hijos deja un espacio mayor, por lo que adaptarse a este cambio requiere emplear más recursos para superarlo. Para estas personas que el proyecto de su vida han sido sus hijos, el sentimiento de pertenencia suele ser mayor.
Para los hijos de familias monoparentales también es más difícil alcanzar la independencia. En estas situaciones los sentimientos de culpabilidad de los hijos son más intensos; no es fácil dejar a una madre o a un padre solo cuando ha dedicado toda su vida a su cuidado.
Los padres tienen que cambiar la mirada hacia sus hijos. Tienen que aceptar que han crecido y que desean vivir de forma independiente, como ellos hicieron. Es el premio a una obra de arte bien realizada. Pero esta obra no se termina con la salida de los hijos del hogar sino que es una oportunidad para enriquecerla. La comunicación entre padres e hijos será más de tú a tú, de consejeros en el nuevo camino que van a emprender.
Una forma de prevenir el síndrome de nido vacío en las parejas es:
-Cuidar la relación de pareja.
-Aceptar que la vida es una sucesión de etapas y que ésta es una de ellas.
-Permitir y fomentar la autonomía de los hijos desde su nacimiento con arreglo a cada etapa de su crecimiento.
-Estar satisfecho por el trabajo bien realizado.
-Intentar que la independencia de los hijos no coincida con ningún acontecimiento importante de la familia.
-Dejar que los hijos tomen sus propias decisiones una vez emancipados y fomentar la comunicación con ellos sin críticas, ni reproches. Así los hijos seguirán unidos aunque “de otra forma”.
-Dedicación a uno mismo: cuidarse, tiempo libre, nuevas actividades, ilusiones y proyectos.
-Fomentar las amistades.
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