Diciembre y la paradoja emocional: cuando la celebración convive con la soledad
- psicologo1tp
- hace 1 día
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Las fechas decembrinas suelen imaginarse como un espacio de unión, alegría y descanso. Pero en la práctica, muchas personas experimentan sentimientos de soledad, nostalgia o culpa. No es extraño: estas emociones aparecen cuando lo que vivimos no coincide con lo que creemos que “debería” ser.
Cuando no podemos estar con nuestros seres queridos, la mente comienza a formular interpretaciones duras: “No debería estar aquí”, “Están mejor sin mí”, “Estoy fallando.” Estas ideas no siempre reflejan hechos, pero sí determinan la intensidad del malestar emocional. El pensamiento se vuelve exigencia y la emoción se convierte en alerta.
La culpa suele emerger cuando el trabajo o las responsabilidades ocupan un lugar central en estas fechas. Se genera la sensación de haber traicionado un valor personal: “Si realmente los quisiera, estaría ahí.” La realidad es más compleja: cuidar ingresos, salud o compromisos también es una forma de cuidar a quienes amamos. Solo que nuestro cerebro tiende a interpretarlo como abandono.
La soledad, en diciembre, no depende de cuántas personas tenemos alrededor. Surge cuando sentimos que nuestra experiencia no coincide con la de los demás. Vivimos un contraste constante entre la vida íntima y la vida que se muestra: cenas perfectas, familias unidas, abrazos interminables. El problema no es la imagen, sino la comparación. Lo visible se convierte en norma, y lo propio en “error”.
No hay emociones incorrectas. Lo que nos lastima no es sentirlas, sino creer que deberíamos sentir otra cosa.
Te comparto una herramienta breve para poder trabajar tu descanso emocional y no obligarte a estar bien en estas fechas y permitirte reconocer lo que sientes:
Dale un nombre: “tristeza”, “culpa”, “cansancio”.
Respira hondo y pregúntate: ¿qué puedo hacer hoy que sea amable conmigo, aunque sea pequeño? Una llamada breve, una caminata, un respiro sin culpa. No para arreglarlo todo, sino para recordarte que tu bienestar también importa.
Celebrar no es obligatorio. Diciembre no te mide. Tu valor no se encuentra en cómo festejas, sino en cómo te cuidas cuando la emoción pesa.
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