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Narrativa y poder

Hola, bienvenidos a un nuevo artículo, el cuál puede verse como una continuación de mi artículo anterior sobre los juicios de normalización, sin embargo, en este artículo nos centraremos en cuál es el posicionamiento que tiene la practica narrativa, conforme a estos juicios de normalización y como subyacen en las historias o discursos con los que un consultante llega a una sesión terapéutica.

En la Terapia Narrativa, desarrollada por Michael White y David Epston, el "juicio de normalización" se refiere a los estándares y normas culturales que influyen en cómo las personas perciben y evalúan sus vidas y comportamientos. Esta práctica se centra en cómo las narrativas dominantes de la sociedad pueden imponer expectativas sobre lo que se considera normal o anormal, correcto o incorrecto, saludable o patológico. La Terapia Narrativa busca desafiar estos juicios de normalización y ayudar a las personas a construir narrativas alternativas que sean más cercanas y fieles a sus experiencias y valores personales. Es importante aclarar que las historias alternas a la trama dominante, son algo que el consultante va observando y demarcando y no algo que el terapeuta genere como estrategia de la terapia, es decir que el rol del terapeuta no es  forzar a la persona a que cuestione los juicios de normalización que se le ocurran u observe el terapeuta, sino que es el consultante quien  demarca que estos juicios y experiencias están en discordancia con él, por lo que podrá asumir algunos de estos juicios que no le sean incapacitantes y apartarse de los que no quiera mantener en sus propios términos.  En este sentido no es que el terapeuta tenga el poder de cambiar la narrativa de los consultantes, o que esa sea su función, sino que se parte de la idea que toda historia, experiencia o evento, incluso la descripción de signos y síntomas clínicos  pueden ser multi-historiados, por lo que esas experiencias y recursos de otras historias alternas son un fin a explorar porque ya han sido vividas, sin embargo, son experiencias lejanas, muchas veces no visibles con facilidad.  


Podría decirse que la practica narrativa puede desafiar o estar en el límite de lo que coloquialmente se ha establecido como terapia, ya que la terapia también puede ser una forma de invalidar o imponer el conocimiento clínico a las personas, ello a partir de que acepten términos, clasificaciones, explicaciones o teorías del terapeuta y su enfoque, una pregunta podría ser ¿sabe el consultante lo que está haciendo el terapeuta y desde que base epistemológica y metodológica se realiza dicha intervención?¿porque el terapeuta dice lo que dice? quizá aclarando más este punto, tendría que ver con formas de prevenir el que el cliente se siente invisible o adoctrinado en explicaciones inflexibles, que más que posibilitar el dialogo, sean una forma de imponer significados sobre lo que se hace o piensa, en ese sentido la práctica narrativa intenta ser muy cuidadosa sobre este hecho, intenta crear una colaboración con los consultantes poniendo en el centro de la conversación los valores, experiencias y conocimientos locales  de los consultantes mismos , en lugar de un discurso donde el terapeuta promueva su visión de cómo deberían ser las cosas, ya que se podría cuestionar también esa posición del terapeuta, que tan claro es con su consultante, claro que  hay algunas excepciones a ello, como cuando existe un proceso legal de fondo o la estandarización de ciertos procesos en instituciones, además se deben cumplir las condiciones de respeto y seguridad para ambas partes para poder generar el dialogo, pero en general se está buscando una relación ética hacia el otro.


Es en esta reflexión ética que pueden surgir algunas críticas a los juicios de normalización tales como los siguientes:

-Imposición de valores externos:  Como hemos demarcado, en la práctica narrativa se critica y reflexiona sobre la tendencia de los profesionales de la salud mental a imponer valores y normas culturales sobre lo que se considera un comportamiento o una vida "normal". Ya que no se aclara el contexto de estos comportamientos y porque son deseados. Por lo que en la conversación se pueden desafiar estas imposiciones, al reconocer que las normas culturales pueden ser arbitrarias y no necesariamente reflejan las experiencias individuales ni estar basadas en conocimiento científico. Al estar situadas históricamente los procedimientos, y al pertenecer a una tradición filosófica, tienen un impacto en la organización y acciones de la persona que al mismo tiempo pueden estar causando un daño a la persona misma, es decir, que los criterios de normalidad, con sus respectivos ideales pueden necesitar una renovación y discusión, aquí sin embargo habría que aclarar que, aunque en la narrativa exista una tendencia relativista en cuanto al discurso, eso no implica que el terapeuta no este comprometido con el dolor y sufrimiento de su consultante, por lo que puede marcar si percibe algún riesgo o preocupación.  Un ejemplo de esto puede ser una persona que ha crecido en una familia con ciertos valores religiosos del cristianismo, sin embargo, esta persona puede no identificarse con todos los valores, podría discrepar en cómo debe ser su sexualidad y tener dudas sobre su orientación sexual, aquí puede empezar a haber sufrimiento por la narrativa dominante fomentada por ideales conservadores y las sub-tramas de esa persona en búsqueda de su identidad.

-Despatologización: El despatogolizar la experiencia de la persona implica verse más allá de categorías diagnósticas, recordemos que las categorías diagnósticas basadas en los manuales de clasificación (DSM y CIE) son de carácter descriptivo y no explicativo, es decir que se basan en un consenso de lo que ciertos profesionistas consideran lo que debe ser la “normatividad” bajo un criterio estadístico, sin embargo no explican el contexto de estos signos y síntomas, y se basan en una reducción y simplificación a manera de lista a cumplir. El desarrollo de este lenguaje reducido también provoca que el consultante de alguna forma reduzca su comprensión de su vivencia, limitando su exploración misma, en este aspecto la conversación narrativa permite reinterpretar sus experiencias de manera que les brinden mayor agencia y significado.

En resumen, la crítica al juicio de normalización en la Terapia Narrativa busca empoderar a los individuos al ayudarles a reescribir sus historias de vida de manera que reflejen mejor sus propias experiencias y valores, en sus propios términos, desafiando las narrativas dominantes que pueden ser opresivas o limitantes. Aunque esto tiene muchas fortalezas, aún queda mucho trabajo para poder cubrir las necesidades del consultante y el trabajo con otras áreas del conocimiento.






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