Duelo normal y duelo patológico
- psicologo1tp
- 1 ago
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La experiencia de perder algo importante y saber que no puede ser recuperado trae consigo una serie de pensamientos y sentimientos de dolor, muchas veces acompañados por síntomas somáticos, al conjunto de estos sentimientos y síntomas se les conoce como duelo. La pérdida es un evento que marca de muchas maneras a las personas debido a las diferentes formas en las que es posible perder algo, por lo que, su intensidad varía dependiendo de factores como el valor que tenía para la persona aquello que ha perdido, el vínculo que se había formado o incluso lo repentino de la pérdida, contemplando perdidas desde objetos materiales hasta valores abstractos como ideales o la identidad, pasando por la salud, las personas y las relaciones afectivas que se construyen con ellas.

Cuando el duelo inicia con la pérdida, se atraviesa un proceso donde las emociones, pensamientos y conductas buscan de diferentes formas la adaptación ante la situación de pérdida para sobreponerse al dolor y aceptar la realidad, parte importante del proceso es la modificación de los significados internos circundantes a la pérdida. Kübler propone que para el proceso de elaboración se atraviesan las siguientes etapas en las cuales se van reencontrando dichos significados perdidos. La primera etapa es la negación, la cual permite disminuir el impacto emocional de la pérdida mediante el rechazo o la incredulidad de la misma. Posteriormente, cuando la negación no puede mantenerse más, la persona entra a la etapa de ira, donde los sentimientos de rabia y resentimiento se hacen presentes para manifestar el dolor interno, esta irá suele proyectarse contra sí mismo, contra los demás e incluso contra el objeto de su pérdida.

Una vez que se ha descargado suficiente ira, la persona entra a la fase de negociación, intentando recuperar lo perdido haciendo promesas de fe a fuerzas superiores. Sin embargo, luego de un tiempo la persona se percata de que sus peticiones no serán cumplidas y arriba a la etapa de depresión, resintiendo su pérdida con dolor y tristeza intensos. Finalmente llega la última etapa, la aceptación de la realidad, donde se espera que la persona haya encontrado cierta paz y tranquilidad que le permita recobrar gradualmente su estado de ánimo y su estabilidad persona. Sin embargo, no todas las personas pasan por todas estas etapas o pasan por algunas de estas etapas en la elaboración de sus duelos. Estas no son una vía unidireccional por lo que es posible retornar a etapas anteriores cuando pareciera que ya habían sido superadas. Por ello, el duelo suele llevar un tiempo aproximado de entre seis meses a un año y cuando este tiempo es excedido y los síntomas son demasiado intensos o desadaptativos se perfila un duelo patológico.

En el duelo patológico el trabajo de duelo no converge con la adaptación, sino en un trastorno en la personalidad con efectos profundos y duraderos que pueden durar varios años e incluso volverse crónico indefinidamente, aumentando la posibilidad de adquirir enfermedades mentales como la depresión, el suicidio, trastornos de ansiedad o esquizofrenia. Algunos de los criterios para determinar el duelo patológico son; la falta de metas y desaliento por el futuro, sensación subjetiva de indiferencia y ausencia de respuesta emocional, dificultad para aceptar la realidad de la muerte, sentir que la vida está vacía y que no tiene sentido, sentir que se ha muerto una parte de sí mismo, asumir síntomas y conductas perjudiciales del fallecido, o relacionadas con él, excesiva irritabilidad, amargura, y enfado en relación con el fallecimiento y tener alterada la manera de ver e interpretar el mundo, así como, la duración mayor a seis meses de estos síntomas.

La principal diferencia entre un duelo normal y una patológico radica en la intensidad y duración de los síntomas, y no en la variedad de estos. En el duelo patológico se producen alteraciones en el funcionamiento normal de la persona, y causar sintomatología muy similar a la depresión, al igual que manifestaciones comunes relacionadas con un trastorno por estrés postraumático, por lo que, se debe brindar asesoría y acompañamiento profesional a aquellas personas que no cuente con suficientes recursos para resolver el duelo por sí mismas.

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